Hacía unos meses que había llegado a la ciudad, de momento todo me iba más o menos bien, sobre todo mis estudios, lo peor que llevaba era mi libro, me había quedado en blanco y necesitaba nuevas ideas con las que continuar por lo que en el día de hoy trás estudiar decidí tomarme un descanso para reflexionar tranquilamente, ordenar mis pensamientos y encontrar algo de tranquilidad.
Había escuchado por algún lado que en este lugar servían muy buenos cafés, y con algún que otro ahorrillo había venido a probar alguno, ya que el lugar no era precisamente muy barato.
Pero una debía de darse algún capricho de vez en cuando, pues mucho trabajar y poco disfrutar.
Entré en la cafeteria, era muy amplia y había ambiente, aunque no agobiante porque tampoco había demasiada gente. Me senté en uno de los sillones situado cerca de una ventana, pues me gustaban los lugares iluminados. El sillón era realmente cómodo, me permití con algo de disimulo acomodarme en él y cerrar los ojos por unos instantes al apoyarme sobre el respaldo.
Después cogí la carta y aluciné al ver la cantidad de tipos de cafés que podía encontrar.
Aún así, sabía cual pedir, pues me encantaba y no me cansaba nunca.
Era el café bombón, aunque me gustaba más con un poco más de leche condensada, ya que me gustaba tirando a dulce. Por lo que cuando el camarero se acercó con su original libreta por cierto, no dudé en pedir el café con un donuts glaseado de chocolate.
Cuando el camarero se marchó tras dedicarme una agradable sonrisa (que para qué engañarnos hizo que me sonrojase), saqué de mi mochila el último libro del escritor Campbell y continué la lectura por donde la dejé hacía tiempo acausa de mis ocupaciones.